jueves, 5 de febrero de 2009

Cuando Menos te lo Esperas


Te esfuerzas sobremanera para alcanzar ese sueño que tienes, ese objetivo que te has marcado. Y sientes que por mucho que te esfuerces no vas a llegar a él nunca. Notas que te acercas, casi lo tocas, estiras la mano y lo rozas con la yema de los dedos, pero sientes como se te escapa. Buscas todas las alternativas posibles. Hasta llegas a un punto en que empiezas a dudar, no ya de que lo vayas a conseguir, si no de si quieres o no conseguirlo.

Entonces, no sabes muy bien cómo, no sabes muy bien por qué (cual ha sido la diferencia, qué has hecho distinto), cuando estás a punto de tirar la toalla, ocurre. Atrapas el sueño con todas tus fuerzas, temiendo que en un descuido aflojes la presión y se escape. Y todo tiene sentido. Todo se ve desde una perspectiva diferente. Tienes ganas de más. Tienes ganas de todo. Todo lo que te ha llevado a este punto encaja como si se tratase de un puzzle de 50.000 piezas.

Echas la vista atrás y recuerdas toda la historia. Recuerdas cuando se te ocurrió, cuando lo decidiste. Recuerdas donde estabas y con quien. Y asoma una sonrisa. Te das cuenta de que en ese momento pecabas de dulce ingenuidad, ese no saber donde te estabas metiendo, lo que te iba a costar.

Analizas los pasos que has dado, disfrutando del camino. Recuerdas con cariño los malos momentos, en los que estuviste a punto de dejarlo todo, pero alguien o algo te impidió huir. Alguien te obligó a esforzarte, y lo quieres por ello. Recuerdas también esos pasos que creíste que te alcanzaban el destino, cuando sólo supusieron un paso en el camino. Recuerdas esa sensación de logro, de haber ganado, al menos, una batalla. Y vuelves a sonreír mientras piensas "¡Anda que no me quedaba!".

Pero ahora que las cosas están donde deben estar, ahora que tienes que preocuparte por buscar un nuevo objetivo, ahora que necesitas una nueva ilusión en forma de nueva misión en la vida, ahora, después de haber conseguido ganar la guerra y quedar exhausto, tienes más fuerza que nunca, más energía y tomas una nueva decisión. Y vuelves a ser soñador, entusiasta, inconsciente. Y vuelves a querer algo sin saber de verdad cuánto te va a costar.

Esta vez, puede que no lo consigas, o puede que sí. ¿Y qué más da? Hoy sientes que has crecido, que has aprendido, y que, pese a todo, el viaje a merecido la pena. Entonces decides, con la misma rotundidad que en el pasado, con las mismas ganas y la misma esperanza. Y empiezas un nuevo viaje.

Y empiezas a recorrer de nuevo ese círculo que es la vida. Volverás a soñar, volverás a esforzarte, volverás a llorar, volverás a desesperarte, volverás a querer, volverás a tropezar, volverás a levantarte, volverás a reír. En fin, volverás a SER.

1 comentario:

  1. "Volverás a SER", "volverás a ser",... por más que rumio la frase sigue sin encajarme. Dejadme desarrollar la idea que me viene a la mente; No siempre necesitamos de un objetivo o meta en la vida/día, a veces basta con estar. Tenemos una perspectiva demasiado utilitarista de nosotros mismos. Estar sin hacer nada también es "ser", también es "existir", tal vez no le dediquemos el tiempo que debiéramos a ello. Lo relacionamos con "vaguear" lo convertimos en algo negativo, y puede que, con ello, nos estemos perdiendo una serie de sensaciones y sentimientos que de otra manera se nos escapan, y entonces, no estaríamos "siendo". Momentos en los que no pensamos, solo estamos, nos dejamos llevar completamente por todo y sin razón alguna nos invade una profunda alegría, o una profunda tristeza, nos conmovemos sin explicación alguna. Entonces, cuando formamos parte del todo, sin peros, sin excusas, sin "más tardes", sólo el ahora, también estamos "siendo" y también "somos", tal vez, más que nunca.

    La voz del silencio.

    ResponderEliminar