domingo, 28 de diciembre de 2008

AMOR, con mayúsculas

Este es un sentimiento tan grande que engloba un número infinito de situaciones y demostraciones que hacen de AMAR el regalo más grande que puedes ofrecer y que puedes recibir.

Amar es el algodón con el que impregnas de yodo la rodilla raspada de un niño. Amar es la mano que posas sobre el hombro de un amigo que llora. Amar es la sonrisa que ofreces a un hermano cuando al llegar a casa dice: “lo conseguí”, antes de preguntar “¿el qué?”. Amar es la mirada de tu perro cuando se acerca a ti y gime porque estás triste. Amar es compartir con los tuyos (familiares y amigos) la carga de las penas y la euforia de los triunfos.

Amar hace feliz a quien ama, sin esperar nada a cambio, sin esperar ser correspondido. Entregar lo más grande de uno mismo no hace sino crecer la capacidad de amar, es de las pocas cosas que al regalar aumenta la capacidad de hacerlo. El amor no se gasta si se comparte, pero se agota si te lo guardas para ti mismo.

En un mundo como el nuestro puede que el amor esté infravalorado. No sé si esto será cierto, pero para mí es más preocupante que se infravaloren las demostraciones de amor. Si todos tomásemos, como muchos, que las demostraciones de cariño son reflejo de debilidad, el mundo estaría carente de todos esos guiños que nos producen una sonrisa en los peores momentos. Esa inyección de una sensación de calor cuando más lo necesitamos.

Yo procuro hacer saber a la gente que quiero que los quiero. Y busco (y encuentro) en los míos esas demostraciones para conmigo. No son solo las palabras te quiero que pueda oír, que las escucho, sino los gestos y miradas de aquellos que me aprecian y se preocupan por mí; una llamada, una mirada, un abrazo, una sonrisa e incluso una bronca o un regaño.

El amor hacia los que yo quiero y demostrárselo a cada oportunidad es lo que me hace mejor persona. Vivir con amor y por el amor es lo que me hace fuerte, casi invencible; lo que llena mi vida de un calor que puede con el frío de las tristezas vacías y de los logros solitarios.

Y aunque me haya salido un poco metafísico (ya me perdonareis, chicos, tanta intensidad) aquí os dejo mi humilde consejo: AMA, Y HAZ LO QUE QUIERAS (San Agustín).

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