viernes, 26 de diciembre de 2008

El olor a Recuerdo

Es una cosa curiosa el proceso por el cual recordamos. Me refiero en particular a la capicidad que tenemos de acceder a un recuerdo que teníamos "olvidado" simplemente gracias a un olor. Muchas veces no somos conscientes de estar oliendo un aroma familiar, y sin embargo, nos vemos transportados a la imagen de un lugar, una persona o simplemente una sensación.

En general el olor a bizcocho o a café recién hecho son muy recurrentes para muchos, pero a mi hay un olor que me transporta a mi niñez. Lo curioso es que ni siquiera me gusta ese aroma, pero irremediablemente me veo en la cocina de mi abuela. Estoy hablando del olor a caramelo quemado.

Mi abuela solía preparar almendras garrapiñadas en la cocina, mientras nosotros nos dedicábamos a cualquier tipo de juego más o menos salvaje y destructor (según el día), hasta que armábamos tanto jaleo que mi abuela no tenía más remedio que llamarnos para que le "ayudásemos" y que dejásemos echar la siesta a mi abuelo.

Pues ese olor, el de caramelo, siempre me produce una sensación que aún no he decidido si me gusta o no. Por un lado recuerdo las tardes de juegos con mis primos (incluídas caídas, moratones, peleas, risas, aventuras y descubrimientos) y la sensación de pringue y juerga que suponían un montón de enanos en la cocina. Pero por otro lado ya nos habían abroncado. A veces incluso terminábamos por despertar a mi abuelo y era él quien nos mandaba a la cocina, os podeis imaginar con qué humor. Además, odio las garrapiñadas, no me gustan, y claro es lo que había para merendar, así que...

Muchas veces no nos damos cuenta de lo importante que es este sentido para nosotros. Gracias a él distinguimos lo que se puede comer de lo que no, si existe algún peligro, reconocemos a las personas (más inconscientemente que otra cosa) y un sinfín de estímulos más. Pero como muchas veces esta información es recibida directamente de forma inconsciente... siempre prestamos más atención al oído o a la vista.

Con el olfato también pasa una cosa muy curiosa, ¿no os ha pasado nunca que oleis a algo, pero no sabeis a qué? Porque con el gusto lo resolvemos pronto: "sabe a pollo" (o sea, "no tengo ni idea de a qué, pero no es fuerte") Y lo curioso es que este olor te produce una sensación, aún sin saber exactamente qué es.

El otro día ví una noticia en la tele sobre una investigación que han hecho en EEUU (los yankis con sus cosas, ya sabeis). Resulta que todo este tiempo buscando perfumes, desodorantes y tal, que oliesen bien, y los olores que nos hacen ver a la otra persona más atractiva son los olores a comida. Sí, señores, si quieren conquistar a una dama restrieguesen una locha de jamón o algo, que seguro que ligan más.

Debe tener una explicaión evolutiva de esas, pero flipé tanto con que el chico preferido por las chicas oliese a crema de clabaza y la chica más deseada lo hiciera a no se qué de carne, que mi cerebro no atendió al resto de la explicación. Y ahora resulta que Burger King va a sacar un aroma de Whooper. Oler para creer. Desde luego, si a mí se me acerca alguien oliendo a hamburguesa, puede que me entre hambre (depende de la hora) pero desde luego que no me entrarán ganas de comerme a ese alguien.

Dándole vueltas a esto de los olores he llegado a una conclusión: Si hüeles a comida puede que ligues o no, pero seguro que transportas a alguien a un lugar en su memoria. El problema es que ese lugar sea agradable.

De todas formas, si me admitis un consejo, creo que se liga más si, simplemente, hüeles bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario