jueves, 15 de enero de 2009

La Comunicación

Hay un libro que me llegó muy adentro cuando lo leí y que muchas veces, aun sin darme cuenta, mi mente vuelve a él en determinadas circunstancias y frente a determinadas personas. El libro se llama "El cuaderno de bitácora" de Ferran Ramon-Cortés.

En este libro una pareja que atraviesa problemas, hace un viaje en barco, una pequeña excursión, y a través de las cosas que ocurren llegan a solucionar sus problemas, que no están debidos si no a problemas de comunicación.

Pues bien, al final del libro aparecen cinco habilidades para la comunicación personal. Pero dándole vueltas creo que son habilidades necesarias para vivir, simplemente. Y vivir significa, ser feliz, amar, compartir...

Vale, muy bien, pero ¿cuáles son esas cinco habilidades? (es lo que os oigo que os estáis preguntando). Las cinco habilidades son:

  • Encontrar tiempo: encontrar tiempo para hablar de lo que hay que hablar, con quien hay que hablar y cuando hay que hablarlo.
  • Escuchar con atención: escuchar lo que te dicen, cómo te lo dicen, pero, además, lo que NO te dicen.
  • Estar en contacto con los sentimientos: de tus sentimientos y de los del otro. Pero estar en contacto con ellos no significa que te dominen.
  • Aceptar sin juzgar: aceptarnos nos acerca, juzgarnos nos aleja. No pienses si te gusta o no, si harías lo mismo o no, sólo escucha.
  • Acompañar: avanzar al ritmo del otro y dejando que llegué por si mismo a sus propias soluciones.
Esto es comunicar, esto es comunicarse. Y comunicarse posibilita el vivir, el querer, el estar.

Comunicar es mucho más que decir cosas y escuchar información, comunicar es entender que otras formas de ver y sentir, ni mejores ni peores, sólo distintas. Comunicarse es algo más que dialogar es descubrir que tus palabras y tus acciones pueden dejar las mismas huellas en quien las oye que las del otro en ti.

Las palabras son cajitas que contienen mucho más que el significado propio, contienen una intención, un sentimiento. Por eso, busca las palabras exactas, tómate tu tiempo para hacerlo; escucha lo que producen, la respuesta; se consciente de cuál es el sentimiento con el que las regalas; acepta las respuestas sin juzgar, y acompaña al otro en la conversación, no huyas de él ni te confrontes.

Y más importante que todo lo demás: asegúrate de que el otro te está entendiendo, el significado, la intención y la respuesta que esperas. Porque si no te pones en el lugar del otro, ¿cómo puedes afirmar que te comunicas? Quizás simplemente estés hablando, por hablar.