martes, 30 de diciembre de 2008

Violencia, a secas

Después de la última ñoñería publicada, me propuse que el siguiente post fuese algo menos profundo, menos intenso, pero más ameno. Así que decidí ojear algunos periódicos y dar una ciber-vuelta, para encontrar la inspiración. Pero, o las musas me han abandonado, o realmente es momento de espeseces; porque lo único que me ha inspirado para escribir es la noticia de un hombre que ha matado a su mujer. Sí, ya sé que es de todo menos divertido, pero desde que la leí no he podido parar de darle vueltas al tema.

Todo el mundo habla del tema, se promulgan leyes y es portada en todos los periódicos y programas de la tele. Pues yo aún no he visto, ni leído, ni escuchado que nadie (políticos, periodistas, colaboradores...) arroje algo de sentido común a todo esto. 

Creo que me estoy liando un poco, así que me explico:

Bajo mi punto de vista, no existe violecia de género, existe violencia doméstica. ¿Por qué esas distinciones?¿Acaso no es igualmente trágico que un padre pegue a una hija? (y digo pegar, que es lo menos dentro de las atrocidades) ¿No es igual de repulsivo que un hijo pegue a una madre? ¿Igual de reprovable que un nieto pegue a un abuelo? La familia (según a mí me han enseñado) es el lugar donde estas a salvo, rodeado de personas que han de quererte, protegerte, ayudarte, consolarte, etc. El problema radica en que lo que está mal (obviando que lo que está mal es maltratar) es que, sea cual sea tu relación de parentesco, alguien de tu familia se crea con el derecho de agredirte, o (mirándonos al ombligo) que tú te tomes el permiso. Lo que está mal es la violencia. Entonces, ¿por qué hacer distinciones?, ¿por qué no castigar al agresor independientemente de su género?, ¿no es eso discriminación? Y luego se nos llena la boca hablando de igualdad (miembros y miembras). 

Y todo esto me lleva a la segunda idea:

¿Por qué castigamos al agredido y no al agresor?. Las medidas que propone la ley contra la violencia de género, yo, no las entiendo. Resulta que cuando una mujer denuncia maltratos de mano de su pareja, se la saca de su entorno familiar, de su hogar, de sus amigos, a veces, incluso de su trabajo, se oculta su identidad, se la aloja en una casa protegida, ... Y así un montón de medidas. ¿Nadie se ha dado cuenta de que eso está mal? OJO, no quiero que nadie entienda, que no hay que protejer a las mujeres, POR SUPUESTO, SIEMPRE. Lo que quiero decir es que alejarlo de su entorno, de su casa, meterlo en una casa custodiada, estar vigilado por la policía 24 horas al día, alejarlo de sus amistades y meterlo directamente en una terapia deberían hacerselo al agresor.

Luego hay medidas que están muy bien; como las órdenes de alejamiento, los juicios rápidos, lo de lo de darles un teléfono para que se comuniquen con el policía que tienen asignado, la asistencia psicológica, ... Si funcionan como deben, son buenas medidas.

Resumiendo que lo que deberían hacer es, aprovechando lo de los juicios rápidos, encerrar a todos los agresores (hombres y mujeres) en unas casas especiales, fuera del hogar familiar (y si puede ser lejos, mejor) con vigilancia policial constante (de casa al trabajo y del trabajo a casa), con asistencia psicológica o psiquiátrica,... 

Que sea el que agrede el que pague las consecuencias de la agresión, que el agredido con sanarse física, mental y emociaonalmente, ya tiene bastante castigo.

domingo, 28 de diciembre de 2008

AMOR, con mayúsculas

Este es un sentimiento tan grande que engloba un número infinito de situaciones y demostraciones que hacen de AMAR el regalo más grande que puedes ofrecer y que puedes recibir.

Amar es el algodón con el que impregnas de yodo la rodilla raspada de un niño. Amar es la mano que posas sobre el hombro de un amigo que llora. Amar es la sonrisa que ofreces a un hermano cuando al llegar a casa dice: “lo conseguí”, antes de preguntar “¿el qué?”. Amar es la mirada de tu perro cuando se acerca a ti y gime porque estás triste. Amar es compartir con los tuyos (familiares y amigos) la carga de las penas y la euforia de los triunfos.

Amar hace feliz a quien ama, sin esperar nada a cambio, sin esperar ser correspondido. Entregar lo más grande de uno mismo no hace sino crecer la capacidad de amar, es de las pocas cosas que al regalar aumenta la capacidad de hacerlo. El amor no se gasta si se comparte, pero se agota si te lo guardas para ti mismo.

En un mundo como el nuestro puede que el amor esté infravalorado. No sé si esto será cierto, pero para mí es más preocupante que se infravaloren las demostraciones de amor. Si todos tomásemos, como muchos, que las demostraciones de cariño son reflejo de debilidad, el mundo estaría carente de todos esos guiños que nos producen una sonrisa en los peores momentos. Esa inyección de una sensación de calor cuando más lo necesitamos.

Yo procuro hacer saber a la gente que quiero que los quiero. Y busco (y encuentro) en los míos esas demostraciones para conmigo. No son solo las palabras te quiero que pueda oír, que las escucho, sino los gestos y miradas de aquellos que me aprecian y se preocupan por mí; una llamada, una mirada, un abrazo, una sonrisa e incluso una bronca o un regaño.

El amor hacia los que yo quiero y demostrárselo a cada oportunidad es lo que me hace mejor persona. Vivir con amor y por el amor es lo que me hace fuerte, casi invencible; lo que llena mi vida de un calor que puede con el frío de las tristezas vacías y de los logros solitarios.

Y aunque me haya salido un poco metafísico (ya me perdonareis, chicos, tanta intensidad) aquí os dejo mi humilde consejo: AMA, Y HAZ LO QUE QUIERAS (San Agustín).

viernes, 26 de diciembre de 2008

El olor a Recuerdo

Es una cosa curiosa el proceso por el cual recordamos. Me refiero en particular a la capicidad que tenemos de acceder a un recuerdo que teníamos "olvidado" simplemente gracias a un olor. Muchas veces no somos conscientes de estar oliendo un aroma familiar, y sin embargo, nos vemos transportados a la imagen de un lugar, una persona o simplemente una sensación.

En general el olor a bizcocho o a café recién hecho son muy recurrentes para muchos, pero a mi hay un olor que me transporta a mi niñez. Lo curioso es que ni siquiera me gusta ese aroma, pero irremediablemente me veo en la cocina de mi abuela. Estoy hablando del olor a caramelo quemado.

Mi abuela solía preparar almendras garrapiñadas en la cocina, mientras nosotros nos dedicábamos a cualquier tipo de juego más o menos salvaje y destructor (según el día), hasta que armábamos tanto jaleo que mi abuela no tenía más remedio que llamarnos para que le "ayudásemos" y que dejásemos echar la siesta a mi abuelo.

Pues ese olor, el de caramelo, siempre me produce una sensación que aún no he decidido si me gusta o no. Por un lado recuerdo las tardes de juegos con mis primos (incluídas caídas, moratones, peleas, risas, aventuras y descubrimientos) y la sensación de pringue y juerga que suponían un montón de enanos en la cocina. Pero por otro lado ya nos habían abroncado. A veces incluso terminábamos por despertar a mi abuelo y era él quien nos mandaba a la cocina, os podeis imaginar con qué humor. Además, odio las garrapiñadas, no me gustan, y claro es lo que había para merendar, así que...

Muchas veces no nos damos cuenta de lo importante que es este sentido para nosotros. Gracias a él distinguimos lo que se puede comer de lo que no, si existe algún peligro, reconocemos a las personas (más inconscientemente que otra cosa) y un sinfín de estímulos más. Pero como muchas veces esta información es recibida directamente de forma inconsciente... siempre prestamos más atención al oído o a la vista.

Con el olfato también pasa una cosa muy curiosa, ¿no os ha pasado nunca que oleis a algo, pero no sabeis a qué? Porque con el gusto lo resolvemos pronto: "sabe a pollo" (o sea, "no tengo ni idea de a qué, pero no es fuerte") Y lo curioso es que este olor te produce una sensación, aún sin saber exactamente qué es.

El otro día ví una noticia en la tele sobre una investigación que han hecho en EEUU (los yankis con sus cosas, ya sabeis). Resulta que todo este tiempo buscando perfumes, desodorantes y tal, que oliesen bien, y los olores que nos hacen ver a la otra persona más atractiva son los olores a comida. Sí, señores, si quieren conquistar a una dama restrieguesen una locha de jamón o algo, que seguro que ligan más.

Debe tener una explicaión evolutiva de esas, pero flipé tanto con que el chico preferido por las chicas oliese a crema de clabaza y la chica más deseada lo hiciera a no se qué de carne, que mi cerebro no atendió al resto de la explicación. Y ahora resulta que Burger King va a sacar un aroma de Whooper. Oler para creer. Desde luego, si a mí se me acerca alguien oliendo a hamburguesa, puede que me entre hambre (depende de la hora) pero desde luego que no me entrarán ganas de comerme a ese alguien.

Dándole vueltas a esto de los olores he llegado a una conclusión: Si hüeles a comida puede que ligues o no, pero seguro que transportas a alguien a un lugar en su memoria. El problema es que ese lugar sea agradable.

De todas formas, si me admitis un consejo, creo que se liga más si, simplemente, hüeles bien.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Bienhallado

Esta es mi primera entrada, y qué mejor día para estrenarme, que el día de Nochebuena.
Trataré de esmerarme y mantener este blog en condiciones, mantenerlo actualizado y esas cosas que suelen ser grandes propósitos de año nuevo. Para mi en este caso, será un propósito de año viejo. Si es que ya lo dice mi madre: "Tú, siempre a contra corriente, ¡que es más fácil!"
He decidido meterme en esta pequeña empresa, sinceramente, para poder decir lo que me dé la gana, para compartir lo que me preocupa, lo que me asusta, lo que me fascina y lo que me divierte. Esa es la intención, ya veremos como sale, al fin y al cabo, todos somos mortales.

Si lo que te preguntas es el por qué del título de este blog, te lo explico, es muy fácil:

Hace no mucho leí un cuento en un libro de Jorge Bucay en el que aparecía, como en otros tantos, un rey, un reino, un problema y unos sabios. Resumiendo, en este cuento hay una frase que dice: "Todo esto pasará". 

Entonces recordé una anécdota que me contaron en casa sobre los romanos. Por lo visto, los césares romanos llevaban al lado a un siervo que les susurraba al oído: "Eres mortal, eres mortal,...".

Pensando en estas dos frases me dí cuenta de que hay pocas cosas que debes recordar en todos y cada uno de los momentos de tu vida. Una de ellas, quiza la más importante es que: pase lo que pase, eres mortal. Y como mortal puedes equivocarte, una y mil veces, y tienes derecho a ser perdonado (si te arrepientes o lo lamentas). Y como mortal puedes vivir una genialidad, provocada por tí o que te venga dada sin esfuerzo, y se te debe reconocer. Pero ambos polos opuestos se unen en un punto: lo bueno, nunca es para siempre. Lo malo tampoco. Simplemente, eres mortal. No debes castigarte por tus errores, ni vanagloriarte en tus aciertos, porque todo eso, pasará.