Si puedes ver destrozada la obra de tu vida
y, sin decir palabra , volverla a comenzar.
O perder en un día la gannacia de ciento,
sin un suspiro ni un gesto.
Si puedes ser amante y no estar loco de amor;
si consigues ser fuerte, sin dejar de ser tierno
y, sintiéndote odiado, no odias a tu vez,
y luchas defendiéndote.
Si puedes soportar que falseen tus palabras
los pícaros, excitando así a los tontos,
y oir cómo sus lenguas falaces te calumnian,
sin que tú mismo mientas.
Si puedes ser digno, aunque seas popular;
si consigues ser "pueblo" y dar consejo a reyes,
y a todos tus amigos amar como un hermano,
sin que ninguno te absorba.
Si sabes meditar, observar conocer,
sin llegar nunca a destructor o escéptico;
y soñar, sin que el sueño te domine,
y pensar, sin ser sólo un pensador.
Si puedes ser severo sin llegar a la cólera;
si puedes ser audaz, sin pecar de imprudente;
si consigues ser bueno y lograr ser un sabio,
sin ser moralista ni pedante.
Si alcanzas el TRIUNFO después de la DERROTA
y con la misma calma acoges esas dos mentiras,
conservando tu valor y tu cabeza,
cuando lo pierdan los otros.
Entonces, los Reyes, los Dioses, la Suerte y la Victoria
serán ya para siempre tus sumisos esclavos,
y, lo que vale más que la Gloria y los Reyes:
¡Serás Hombre, hijo mío!
Rudyard Kipling